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El padre José Bonifacio Redruello mientras esperaba la autorización de Buenos Aires para efectuar el traslado de la población del Espinillo, estaba construyendo una Capilla en la margen izquierda del río San Salvador, a unos 27 km de su desembocadura.
El 1er párroco fue el padre Redruello quien estaba en el Espinillo desde 1798 y actuó en la nueva Parroquia hasta mediados de octubre de 1801. Luego interinamente se ocupa de la Iglesia Fray José Pelliza que reside en la Calera de las Huérfanas, quien el 14 de febrero de 1802 la entrega al fraile mercedario Don Ramón Irrazábal.
El 2 de mayo de 1803, este último fue sustituido por el Pbro. Gregorio Rodríguez.
En ese entonces la Iglesia se definía así: “Un cercado de ñandubay de 4 cuadras en circuito, de 100 varas la cuadra y dentro un galpón que se destinó para la Iglesia; techado con techos viejos de paja, que condujeron de la Iglesia vieja en pedazos y quinchado por los costados y mojinetes con único: vencidas las que forman paredes; y todo él inservible por lloverse e indecente”.
Don Gregorio Rodríguez rigió esta Parroquia durante “4 años, 3 meses y 17 días” .
Desde entonces hasta 1812 regentearon por su orden el Padre Irrazábal, el Dr. Ramón de Olabarrieta, Fray Pedro Quiñónes y Fray Santiago Simal.
El cementerio estaba contiguo a la Iglesia.
La guerra con sus consecuencias de destrucciones y “arrastre de gente”, también desmanteló al pobre pueblo de Dolores, habiendo de marchar allá por 1814 el Cura Párroco a la ciudad de Buenos Aires. Parece que se llevara consigo los Libros Parroquiales para que no sufrieran los desmanes del incendio o se perdieran.
Esa debe ser la principal razón porque haya una laguna de asientos Parroquiales entre 1814 y 1820.
En 1820 se presenta como Cura Interino el Padre Ramón Irrazábal por 3ª vez.
En 1850 el Templo era en forma de rancho a 2 aguas, de material, de unas 25 varas de largo, con techo de paja, quinchado sobre 120 cañas tacuaras.
En 1857 se compraron 100 cañas a «2 pesos,32 cuartos» y se pagó al techador y su peón «un peso y 70 cuartos».
Al frente y sobre el techo, había una cruz que fue renovada el 8 de marzo de 1859.
Dos campanas llamaban a los fieles para los Oficios religiosos que eran del Espinillo, otra mandó hacer el Padre Bergareche en 1840.
El campanario se había construido al costado y cada poco tiempo se compraban sogas para tocarlas.
Adelante de la Iglesia había un cantero con plantas y flores que llegaba hasta la calzada y que hacía las funciones de atrio.
Las paredes exteriores del Templo estaban revocadas y pintadas; las interiores eran blanqueadas y hasta cierta altura se le aplicaba un friso «tratado al negro humo».
El cielorraso era de lienzo blanqueado y sostenido por fuertes sogas. La iluminación consistía en una larga serie de faroles incrustados en la pared y que tenían unas 24 velas de sebo.
El padre Bergareche estuvo durante 40 años en nuestro pueblo y trabajó en gran forma por el decoro del Templo.
Todos los años en marzo, para la Semana Santa lo hacían blanquear totalmente.
Respecto al uso de instrumentos musicales se puede apreciar que al final de cada mes el Señor Cura pagaba a un Sr. «Funes» cierta cantidad de pesos por «tocar la flauta en las funciones».
Antes, el día patronal se celebraba el viernes de Semana Santa pero en 1859 el Padre Bergareche cambió el día de celebración, trasladándolo a septiembre, 58 aniversario de la fundación de la Villa de Dolores. En esta ocasión se compraron 2 docenas de faroles para el alumbrado; se colocó un nuevo cielorraso. Arreglaron el piso y pusieron varias gradas o escalones de madera en el altar mayor.
El 14 de julio de 1857 el Senado y la Cámara de Representantes sancionó la ley 543 que dice: Adjudicase en favor del Departamento de Soriano, la suma de cinco mil pesos, de los cuales tres mil quinientos serían para la conclusión del Templo del Pueblo de Dolores.
Como puede apreciarse es de mucha importancia la citada ley parlamentaria y a pesar de que en ella se habla de «conclusión» del Templo del Pueblo de Dolores, se puede deducir que ella pudo ser el primer paso para el comienzo de uno nuevo aunque haya contribuido a la restauración del 1er rancho.
En 1860 en Dolores se pensaba que debería construirse un rancho más capaz con la colaboración de los vecinos y con la ayuda del estado. En mayo de este mismo año se reúnen 59 ciudadanos en la casa del Sr. Cura Párroco con la idea de construir un nuevo Templo en atención al malísimo estado del actual.
En acta labrada en esta ocasión se estableció «que en el terreno perteneciente a la Iglesia de esta Villa, se edifique otro de una nave con 50 varas de largo, 10 de ancho, con techo de bóveda, debiendo subordinarse el orden de arquitectura a la Comisión Directiva que más adelante se expresará, en conformidad con el inteligente que ella elija».
Los deseos de todos eran comenzar cuanto antes un edificio bello para Iglesia Parroquial.
Para cumplirlos se reunieron y buscaron por todos los medios posibles el dinero y especies realizadas como dice el acta. Pero la cantidad no ascendió a mucho y en el seno de la Comisión reinó el pesimismo.
En 1866 se reúnen nuevamente los vecinos en la Casa Comunal, al llamado del Sr. Alcalde Ordinario, Don Miguel Madrid.
En dicha reunión se resolvió levantar una suscripción para mandar fundir dos campanas y pagar su trabajo.
El 6 de diciembre de este mismo año se resolvió por pluralidad de votos que las campanas debían pesar cuarenta arrobas las 2 juntas siendo una de ellas menor que la otra.
Llegaron a Dolores en abril de 1867 y fueron padrinos de la mayor, Don José María Ruiz y de la menor Don Miguel Madrid.
Este es el origen de las campanas que hoy tocan a vuelo en nuestra ciudad y ambas lucen la misma inscripción: «Fundición de Jorge West y Cía. sucesores de D. Ignacio Caracorri, calle Ituzaingó y Yerbal, Montevideo, año 1867. Los vecinos de la Villa de Dolores y su jurisdicción dedican a su Templo esta memoria».
El 14 de diciembre de este año 1866 se reúne la Comisión Pro Construcción de un nuevo Templo para Dolores con la finalidad de nombrar una delegación que entrevistara al Sr. Presidente de la República, D. Venancio Flores que se encontraba en Mercedes.
Son designados los Sres.: Don Miguel Madrid, Sr. Cura D. Manuel Palacios, Sr. Felipe Péndola y Sr. Luis Madrid quienes piden al Magistrado la subvención del Estado para iniciar la obra.
Tratan este asunto durante pocos minutos y logran que se les conceda la venta de dos estancias fiscales para obtener recursos.
Además, el mismo Gral. Flores se compromete a estudiar y hacer los planos ayudado por algún arquitecto capitalino.
Con indescriptible entusiasmo se recibió la noticia en el seno de la Comisión constructora del Templo.
El 23 de enero de 1867 se recibe carta del Sr. Presidente de la República concediendo la venta de ganados fiscales y otorga 2 leguas de terrenos fiscales. Esa fue la 1ª ayuda del Estado.
En agosto de este mismo año Don Venancio Flores envía una subvención de $ 1.000. Aconseja en el mismo documento que a la brevedad posible comiencen a tratar con los constructores.
Con ese impulso, los doloreños se encargaron durante todo el año 1868 en conseguir el material de la nueva iglesia. A don Marcos Bergareche le encomendaron que consiguiera la cal de la canteras del Queguay: mil fanegas.
Don Francisco Solari y D. Luis Madrid trajeron 4 carradas de piedra para los cimientos. La Comisión entera compró 1000.000 ladrillos y la arena.
En marzo del año siguiente visita a la Comisión un Arquitecto enviado por el Gobierno Nacional. El Sr. Dupor indica la practicidad de construir el Templo en la esquina frente a la plaza (donde hoy está). Al medir el terreno comprueban que faltan 5 varas y media de fondo y 25 de ancho. Don Luis Madrid, vecino lindero de la iglesia cede todo lo necesario, como contribución propia.
Pocos días después, cuando creen que todo está dispuesto para comenzar la obra se reúnen para elegir los padrinos de la piedra fundamental del edificio. Se resuelve por unanimidad que sean el Pte. de la República, D. Lorenzo Batlle y su señora esposa.
Pero esta ceremonia debió ser aplazada. La situación política de la Nación, la falta de recursos, el continuo trajín y zozobra que producen las revoluciones hicieron que la obra que ya iba a comenzar, hubiera de detenerse.
El templo de Dolores debía sufrir una espera más y la Comisión Constructora un nuevo desengaño. Fue entonces cuando el Gobierno Departamental de Soriano intentó apropiarse de la subvención, del Gral. Flores y dedicarla a la construcción del Templo de la ciudad de Mercedes. Desde entonces fueron creciendo las dificultades, los ánimos se enfriaron, la guerra empobreció a muchos, el Cura Párroco, con bastante mas edad, no tenía las necesarias energías para emprender casi solo la enorme empresa y muchas causas mas hicieron postergar el cumplimiento de los planes antiguos.
Pero este período tiene el indudable valor de que fue el que preparó la idea que le llevó al P. Galarraga, apenas llegado a construir el actual edificio de la Iglesia de Dolores
Lo que se construyó fue una parte de los cimientos y las columnas del atrio. Luego sucede un paréntesis de mas de 20 años.
Noventa y un año median entre el primer rancho que levantara el Padre José Bonifacio Redruello para Capilla de Dolores y el edificio que iniciara el Padre Ignacio Galarraga en 1892.
Sólo estaban las 4 columnas del atrio y los cimientos por muchos años en la esquina de las calles Dolores (hoy Puig) y Artigas. A los 30 metros escasos todavía «aguantaba» el ranchito humilde y valeroso que costó mas de «600 y tantos pesos» al padre Bergareche.
El 22 de diciembre de 1892 se hace cargo de la Parroquia el Pbro. Ignacio Galarraga. Comenzó ardorosamente los planes realizados en 1867.
Estableció dos Comisiones Pro Templo: masculina y femenina. Alentó a todos a colaborar y tuvo la dicha de hacer bendecir la primera etapa (una nave y el atrio) a los pocos meses de comenzar.
El viernes de Dolores del año 1894 se bendijo solemnemente la nave Central de la Iglesia. Actuaron de padrinos el Gral. D. Gervasio Galarza y la Sra. Doña Faustina Ruiz de Domínguez.
A los años se levantaron las naves laterales utilizándose primeramente la que da a la calle Artigas, mas tarde la otra que fuera Colegio Parroquial.
En 1933 el Párroco Agustín Vidal continuó la obra del Templo. Después de llamar a los vecinos y encomendarla a los Arquitectos Elceario Boix y Horacio Terra Arocena y a su Empresa Constructora, hace el crucero y ábside en forma definitiva, con la bóveda interna terminada, alargándose así el Templo en unos 12 metros.
En 1950, la Comisión Pro Obras del Templo Parroquial, se propuso levantar toda la nave central hasta la altura del crucero y edificar las torres hasta los 36 metros, sobre los lados del frente y revocar todo el ámbito externo del edificio.
Este proyecto no se concretó en su totalidad quedando la Iglesia sin revocar. Hoy la Iglesia es un símbolo de nuestra ciudad, así, con las características que posee. Por eso ha despertado muchas controversias la idea de revocarla .
Orígenes de la Iglesia
Sin torres
Frente actual de la Iglesia
Vista desde la plaza
Altar mayor
Altar lateral derecho
Altar lateral izquierdo
Nave principal
Nave lateral izquierda
Pila bautismal
FUENTE:
http://www.taringa.net/posts/info/2521240/La-ciudad-de-Dolores-_Uruguay_.html